lunes, 31 de octubre de 2011

GANADORES DEL 7º CONCURSO LITERARIO DE CUENTO Y POESÍA "EL MERIDIANO DE LA PALABRA"


GANADORES DEL 7º CONCURSO LITERARIO DE CUENTO Y POESÍA A NIVEL NACIONAL “EL MERIDIANO DE LA PALABRA”
DE SADE - SECCIONAL ENTRE RÍOS – AÑO 2011

POESÍA

PREMIOS:
1º “Memoria de los reinos”
Seudónimo: “Eltegu”
Autor: ABEL EDGARDO SCHALLER- PARANÁ -ENTRE RÍOS

2º “El rescate”
Seudónimo: “Isondú”
Autora: MARÍA AURORA GAZZINO- PARANÁ -ENTRE RÍOS

3º “Si tan solo…”
Seudónimo: “Lapizlázuli”
Autora: IRMA CABROL DE AVELLANEDA- PARANÁ -ENTRE RÍOS

MENCIÓN DE HONOR SIN ORDEN DE MERITO
“Máxima”
Seudónimo: “Zoe”
Autora: LILIANA SOUZA- DON BOSCO -PROV. BUENOS AIRES

“Preocupaciones sobre la sed”
Seudónimo: “Suireña”
Autora: LILIANA SAVOIA- ROSARIO- PROV. SANTA FE

CUENTO

1º “Fuego en la biblioteca”
Seudónimo: “No me olvides”
Autor: FERNANDO AZAMOR- ZARATE -PROV. BUENOS AIRES

2º”Intermitencias de la memoria”
Seudónimo: “Centaura”
Autora: BEATRIZ TERESA BUSTOS- SAN FRANCISCO -PROV. CÓRDOBA

3º “Regreso por navidad”
Seudónimo: “Visceral”
Autora: MARÍA AURORA GAZZINO –PARANÁ- ENTRE RÍOS

MENCIÓN DE HONOR
“Sur”
Seudónimo: “Laepi”
Autor: ABEL EDGARDO SCHALLER – PARANÁ -ENTRE RÍOS

EL JURADO ESTUVO INTEGRADO POR LOS ESCRITORES: ESCRIBANA GRACIELA PACHER BARBARÁ, PROFESORA JUANITA ROCHA, INGENIERO LUIS CHURRUARIN








POESIA

1er. PREMIO – ABEL EDGARDO SCHALLER

MEMORIA DE LOS REINOS

En nombre del tigre y la raicilla,
del inútil afán de las murallas,
del miedo calvo de mis propios huesos,
de aquéllos que en la oquedad
de los silencios nos preceden;

de las alas y frondas rumorosas,
de la inquietud que yace en las banderas,
del indeliberado rumbo de nubes y vilanos;

de las homéricas simas,
cuyo alegato de sal y de sirenas
no inscribe la imperfección de las bitácoras;

del ojo cíclope que sin dormir crepita
y rige amaneceres y crepúsculos,
de la irisada fragua en que el armero
forja su espada acaso vencedora,
del magma original
que en los profundos templos
funda divinidades y liturgias,
recuérdennos los reinos:
cada materia es un enigma
que inflige herrumbres y metáforas al hombre.









2do. PREMIO – MARIA AURORA GAZZINO

EL RESCATE

Enero me permite este soneto,
un derroche de verde inusitado,
el prodigio de un río rescatado,
y el sosiego de este instante hondo y quieto.

No sé por qué ha tardado este soneto.
Sospecho que de puro acostumbrado
a nacer del dolor, casi extraviado,
tampoco halló la ausencia, e incompleto,
desconoció la luz de tu presencia.
Mi vieja soledad, mi desamparo
se han muerto de sombra frente al claro

cascabeleo verde de tu esencia.
Y, trepada en mi río, tu mirada
me recobra. Poeta. Enamorada.



3er. PREMIO – IRMA CABROL DE AVELLANEDA

SI TAN SOLO…

Tan solo al pensarte se hechizan mis sombras
se olvidan las penas, mi fluir se apasiona
Y es canto a la vida mi voz que te nombra.
Rezagos de vida me oculta el sendero,
donde hay un recodo descubro tus huellas
y el grito que nace del alma en pedazos,
alerta a la luna quien en cuna oscura…
va engendrando estrellas.

Tan solo al pensarte me invade el rocío
los grillos acallan, se moja la espera
y sueldan estrías que sangran en llantos.
Yo vago en el aire, panadero al vuelo
está la nostalgia buscando caricias
y un vibrar de arterias enloquece al rito
de amarte por siempre…

La noche se esfuma y envuelta en sus brumas
me trae la mañana un canto escondido…
mi voz que te nombra, tan solo al pensarte.



MENCION DE HONOR

1ro. LILIANA SOUZA

MAXIMA

I
arder en preguntas
esta puesta en sentido
es tentar a la belleza
con posibles simetrías

II
cuando sucede
o se anuncia
como lentejuelas capturando la luz
la piel
hace síntoma

III
lo que se aproxima
está
permanece
y exacerba

IV
el amor
no es real
un artificio lo contiene

V
la devoción por el instante
no lleva a ningún lugar
y ha llegado
al espacio brutal y primitivo
donde la pérdida
ya es un hecho

VI
zanjar diferencias
no los salva

VII
a un tiempo de oscuridad
con la desnudez
sujeta al otro
un peligro amenazante
discurre
y no perdona

2do. LILIANA SAVOIA

PREOCUPACIONES SOBRE LA SED

Cuando llueve no se sale
aconsejan los vientres maternales
convertidos en solemnes mantras.
Quizás en un futuro
los autores del agua se fatiguen,
no fabriquen más gotas perturbadoras.
Preocupa más la sed
que el agua
porque se vive con la lengua seca
de verdades
que se evaporan en el cemento
convertidas en escarchas de fuego
…………………………………..
Seremos las cenizas donde dormirá el fénix





CUENTO

1er. PREMIO - FERNANDO AZAMOR

FUEGO EN LA BIBLIOTECA

Escribir es trascender, decía Ostumán, maestro de escribas. Escribimos para ser eternos, enseñaba. Nuestro mensaje nunca acabará. Escribir es saber. El papiro estará aquí cuando ya nadie diga nuestro nombre. En el atardecer, Itiae Beffur clavó su firma y su anillo sobre los papiros fundamentales. Saber. Saber mucho. Quizás todo. Hizo lo mismo en un jarrón de cerámica.
Junto a Itiae Beffur pasó protestando Mnasué Tidfo, jefe de escribas, que no conocía los jeroglíficos. Mnasué Tidfo era un viejo general al que no le encontraban un puesto de jerarquía en tiempos de paz. Mnasué Tidfo, hombre de acción, envidiaba a los escribas por saberlos hombres que en letras y dibujos guardaban todas las cosas.
Osiris había sido engañado y malmuerto por su hermano mellizo. El Sahara, pérfido aliento, asfixiaba pirámides. Los griegos habían dominado el Mediterráneo y el Nilo (sólo eran libres las arenas) y erigían pequeños altares, para dioses pequeños, no monumentales templos de la vida y la muerte como era tradición del Valle de los Dioses. A todos los males, la única resistencia del triste Egipto la encarnaban los hombres de las palabras.
Itiae Beffur escribió su nombre y la plegaria predilecta de su maestro, Ostumán, en papiro y en madera. Lo había hecho así, desde que aprendiese a escribir sin mirar, siguiendo el dictado sin dudas. Su caligrafía era perfecta (debía hacerlo en la Biblioteca Real) iba dejando constancia en papiros y metales, en madera o piedras preciosas: bienes, rezos, declaraciones de Faraón y de todo Egipto.
Mnasué Tidfo llegó corriendo. Itiae Beffur no pudo soportar la tensión de esa presencia en acción tan extraordinaria. No preguntó. Mnasué Tidfo dijo: -Queman la biblioteca. Pueden irse. Les doy la libertad y parto a combate. Tres de los escribas huyeron, tres se levantaron con curiosidad, sin poder creer lo oído. ¡Quemaban la biblioteca de Alejandría¡. Tres escribas permanecieron inmóviles. No había heroicidad en su acto, tenían miedo: sencillamente les era incomprensible la vida sin la Biblioteca.
Itiae Beffur preguntó tímidamente si algo podría salvarse.
-Nada. Están lanzando fuego griego. Quien no salga ya mismo, morirá por fuego o por humo.
Salieron todos, excepto Itiae Beffur, que continuó escribiendo. Descansó por un momento su caña rojiza. Los ojos le dolían como al ser heridos por el Sahara en el Alto Egipto. A cada instante se alejaban del escriba el Sahara, el Nilo, e incluso las cosas que ardían alrededor. Todo se perdía. Llorando cerró su rollo de papiro y lo selló.
El humo lo mareaba. Tomó su cincel más suave y golpeó amorosamente la roca insensible. Si hubiese querido salir ya no habría podido. Torcía la mano y en su rostro se leía lo que iba escribiendo. Toda una cultura se perdía en la noche, desdibujándose con las llamas que parecían espejar a la isla de Faros. El fuego llegaba, el fuego destruía. Egipto desaparecía. Sin esperanzas. La piedra insensible lastimaba más que el humo. Pero debía seguir. Su vida era escribir, decir, contar.
El fuego llevaría al Egipto al cielo indescifrable del que bajaba el Nilo. Egipto sería arena y olvido, se dijo Itiae Beffur. Como arena sería esa piedra oscura e ingrata que lo ensuciaba y hería. La suavidad púrpura del humo lo iba estrangulando, velaba su mirar. Tosió. Egipto se iba con el humo, con el fuego. Todo se perdería. Fuego y olvido. Todo se perdería. Oh, la Biblioteca agonizante. Nadie entendería ya la historia, la religión, los días simples del Egipto. Fuego y olvido. Sus ojos escurrían el dolor. Fuego. Y olvido. Prolijamente, sin esperanzas, metódico esclavo de las letras, sin esperanzas, tan solo por cumplir con su tarea, sin esperanza, golpe tras golpe, Itiae Beffur terminó de tallar la piedra de Roseta.



2do. PREMIO – BEATRIZ TERESA BUSTOS

“INTERMITENCIAS DE LA MEMORIA”

Muda está la hoja de papel sobre el escritorio desde que Blimunda se fue llevándose el don que tanta falta le hace para anticiparse a los acontecimientos ahora, engranaje oxidado es su memoria. Más de una década estuvo esperando que ella regresara, esa hoguera se consumió y esparció las cenizas sobre sus sienes.
Esta noche , una salvaje soledad tiene sus fauces abiertas sobre Mafra; ya no soporta la espina clavada en su mente que a cada instante le grita un… ¿ya sin palabras?
Respira hondamente y sale a cielo abierto, camina cansinamente. Por horas deambula por la orilla del río Tajo quien lame los pies de la comarca. Imprevistamente lo detiene un destello y ve… a su Blimunda sosegando las tropas de sombras del cielo, sujetar al viento y ponerle alas de arena, luego… descender por una escala de agua… Se estremece Saramago ante las preguntas que desde lejos comienza a lanzarle y le caen como sal en sus heridas…¿Por qué me diste esta capacidad de ver las cosas cuando aún no son?
Cuando estuvieron cara a cara, tanto que fueron un solo aliento, ella lo desmoronó con… ¿Me creerías igual después de más de una década?
Sin dejar de mirarla le respondió, sí, te creería igual, pero de lo que sucedió en tu entorno, creo no ser responsable; culpable fue la época, la única orden del rey era obedecer y trabajar, y yo… sólo quise darte algo que nadie te robara.
No crees- inquirió Blimunda-, que es Dios quien crea y otorga libre albedrío.
Libre albedrío, respondió casi gritando Saramago, aclaremos esto, yo soy quien te dio vida, te puse en un mundo real y ahora, como los seres creados de una costilla te rebelas contra mí; estás utilizando la misma expresión que ellos. Sábelo mujer, Dios les dio libre albedrío para que elijan entre dos cosas buenas, jamás les dio a elegir entre una buena y una mala, porque sobre las cosas malas, les dice siempre, no.
Si, lo sé, confesó Blimunda, pero después de la última página de “El memorial del convento”, me destinaste a vagar por siempre. No tengo descanso, vivo vagando de mente en mente, harta de hacer noche en las bibliotecas, me analizan, dicen tantas cosas de ti a través… ya quiero descansar… ¿Tú no?
Crees que es diferente para mi mujer, he pasado la vida creando, acerco o alejo el horizonte para los sueños de muchos, invento universos, desenmascaro almas, tramo y desentramo historias. Hasta llegué a confundir mi vida con una novelesca realidad. Un sinnúmero de veces en estos años pensé que tal vez, todos somos creación de otros y lo más peligroso es que podríamos ser una invención de nosotros mismos.
Perdóname dijo Blimunda… ¿Hoy, es distinta la situación en Mafra?
No – respondió él con tono malicioso- ahora la inmediatez y la superficialidad rondan las calles, no sé cómo terminará todo, sólo tu Dios sabe lo que quedará de esto, dijo Saramago.
Tú eres mi dios respondió ella casi susurrando… ¿puedo saber para qué me esperabas?
Saramago penetró los ojos de la doncella, quería preguntarte si eres tú la causante de que todas las hojas estén en blanco sobre mi escritorio y si volverán a llenarse algún día, porque temo de haber sido yo quien creó ese desierto blanco…
Ven, dijo Blimunda, ven, camina conmigo sobre el agua. Cuando estaban a mitad de la afluencia se detuvieron, mira a tu alrededor le aconsejó, observa ¿está la orilla tan lejos que no puedes alcanzarla? ¿Te anegan tanto las aguas que sientes no poder llegar a la orilla? ¿Tienen tantas estrellas tus cielos que hasta tu brújula anda extraviada?, ¿cada grano de arena te parece brasa encendida y no puedes avanzar descalzo?, ¿el silencio que te rodea es tan amenazante que no te atreves a empuñar “la lid de tu palabra”?, ¿es tan pequeña la chispa que te enciende, que no puedes ver que ella es solo el principio de tu luz?
Descubre mi acertijo Saramago… son siete mis lunas y dos lunas faltan para que tengas la oportunidad de hacer. Sólo dos lunas…Después de un hermético silencio ella le sonrió con ternura, debo irme avisó mientras libertaba la mano de su creador, sabes que jamás volveré… ¿lo sabes verdad?
No me abandones mendigó Saramago, pero ella giró sobre sí y comenzó a subir por la escala de agua. La observó entrar en su carro y alejarse llevando detrás de sí, los destellos de la noche, luego caminó hasta la orilla sin temor; mientras avanzaba sobre el
agua, pensó…si el hombre que hacía milagros, pudiera verme tendría que aceptar lo que proclamaba, que es posible caminar sobre las agitadas aguas del sentimiento.
Al regresar a su aposento, sobre el escritorio lo aguardaba ansiosa la página desnuda, y después de dos lunas, comenzó a escribir la parábola…”Las Intermitencias de la muerte”.



3er. PREMIO – MARIA AURORA GAZZINO


REGRESO POR NAVIDAD

“Papá, tengo los diez pesos.
¿Me podrías vender
una hora de tu tiempo?”
Omar Cerasuolo

Nada hay más definitivo que una navidad en la infancia.
-Buen comienzo para mi cuento, -dice y acaba la agonía de su cigarrillo en el repleto cenicero. –El lunes dejo; mi tos, mi bolsillo y mi hijo me lo piden. (Vaya con esta generación ecologista, -piensa). Sonríe. Sabe que con la idea inicial, el resto fluirá. El certamen cierra pronto. Esta vez tiene chance. El premio será para el regalo de Andrés.
Aquélla fue mi navidad definitiva, la de mis seis años, la del gozo y la del dolor en un mismo sitio, mi ser. Uno, por mis zapatos colmados, el otro, por los vacíos de mi amigo. Papá Noel era injusto… Yo vivía más en lo de Abel que en mi casa, siempre vacía por los viajes de mis viejos. La de Abel estaba llena de voces y de olor a pan recién hecho. Con lo del pan lo consolé.
-Es mejor que el de mi casa, caro pero jamás tibio como éste- traté de convencerlo. Y los hombros de tu papá Abi, son más fuertes que mi caballo de madera y te hacen viajar más seguro que en mi bicicleta, que en mi auto con pedales, que en mis patines, que en mi monopatín…
Otro cigarrillo. –Aún no es lunes, -dice. “Escribí a Santa Claus” –había dicho Andy.
(Vaya con esta generación y con su costumbre de americanizar nombres, -piensa). ¿Qué pedirá? Saberlo me serviría para este cuento, para cotejar deseos, los de un chico actual, mi hijo, con aquéllos míos, los de mis seis años. –Justo la edad de Andrés, -se dice. Busca la carta, la que ha prometido llevar al correo, esa que Andy le ha dictado a su primo mayor porque él recién está aprendiendo a escribir.

Pisa el cigarrillo, el recién encendido, aunque no es lunes. Arruga el papel, el de su cuento. Y piensa que nada hay más definitivo que una navidad de la infancia.
“Querido Santa Claus: voy a pedirte dos cosas. La primera, mucha fuerza a mi papá para que deje de fumar y que así pueda remontarme el barrilete que me trajiste el año pasado, porque dice que no tiene aire. La otra, algo de plata para que –al menos por un día- él no tenga que escribir cuentos y pueda estar conmigo y con mi mamá. Andy”.

Comienza otro cuento, el definitivo. Busca el barrilete y lo deja listo para probar el cielo. Recuerda la frialdad de su caballito de madera, y el brillo inútil del cromado de su bicicleta, de su auto con pedales, de sus patines, de su monopatín. Añora el perfume a pan recién hecho y la tibieza segura de los hombros del papá de Abel.
Y entonces, por primera vez, duerme abrazado a su hijo, a los seis años de su hijo, a los seis años de Abel, a sus propios y definitivos seis años.






MENCION DE HONOR –ABEL EDGARDO SCHALLER

SUR


“Y este pescador de silencio,
que llega de una fiebre de silencio” Juan L. Ortiz

Siempre aguas arriba. Eso lo sabe cualquiera por allí. También él lo sabe. Después el río se encarga del regreso.
Este viento no es el de ayer, mastica y se maldice entonces, casi escuchándose.
Y el sur le salpica cuchillos de agua, como para descoyuntarlo en la remada. Más de cien kilos de pescado, como nunca antes en su destino de alambre, brazoladas y acopiadores mezquinos.
En los toletes le crujen los augurios de una provista marcha, las alpargatas nuevas, el demorado remiendo del trasmallo, un par de remos “como la gente”. Y algún boliche de cruce, eso seguro.
A pique en las espaldas, la tarde es como un mundo y ninguna cancha más empacada que ésta. Esto también lo sabe de sudor propio.
Pero esas nubes no estaban cuando desarmó el bendito, ni este celaje de relámpagos mudos, ni el viento que multiplica ovejitas en el páramo overo.
Tampoco estos resquicios de agua entre los pies. Inútilmente se acuerda del pabilo en el castillete de proa, mientras chasquea el furor de las remadas.
El agua entre los pies… tal vez si tirara algunos pescados… algunos, que entonces vuelven muertos a la vida que espera…
Va calculando las distancias. No es fácil en el río, y menos en medio de los veriles de la noche.
Afirma los talones en el plan de la canoa, en busca de una rabia que ahora se le desparrama como una fiebre por los brazos. Y mira el cielo, que no es de lluvia, le parece, sólo de un viento que pica el agua a sus antojos, y el largo de esas sombras ya tan encima…
Otros pescados entonces, que lo alivianen del peso en plena hondura.
Con la porfía crispándole las manos, mete los que le quedan en un socorro de arpillera y ata la bolsa, que ahora ni flota, casi a plomo, sujeta en el través de la bancada.
Intuye el rancho en un tiempo y espacio interminables… y esta agua entre los pies, lábil certeza más arriba de los tobillos, y el machete confuso y a ciegas contra la soga de la bolsa, con la provista macha, las alpargatas y el par de remos nuevos, la ilusión tinta del vidrio, a la deriva por las crespuras anchas.

Desde la costa, el perro está indicándole el ámbito inclinado y pobretón del rancho. Pero el rancho es otra vez una parda penuria que no cesa.

domingo, 30 de octubre de 2011

Zunilda Gutiérrez presentó el libro de poesía "La hora llega inexorable"




Pasiones de las almas vivas

Claudio Cañete

En la obra poética de la escritora Zunilda Gutiérrez, la interacción de la sensibilidad que tienen los versos y el compromiso social del poeta, es posible en una dimensión sustancial. Por eso, días atrás cuando la autora presentó la segunda edición revisada de su libro La hora llega inexorable, una vez más el universo sensible que ella misma creó, pareció corporizarse en la sala de El Ángel Azul, ante una gran cantidad de público que aprecia sus inspiraciones. En una cuidada publicación realizada por Ediciones del Clé, esta autora nacida en Hernandarias y residente en Paraná, se dio el gusto de compartir su poesía con amigos, afectos y público de las letras en general, que con su presencia realizó un justo reconocimiento a la labor escritural de quien también publicara dos poemarios más, en la serie Cuadernos del Señalero, que acompaña las ediciones de la Revista El Tren Zonal.
La hora llega inexorable son 21 poesías que reflejan al amor desde un sentido universal y como valor humano. Vuelos del alma y de los sueños, fantasmas, paisajes y pasiones dormidas que gritan al despertar, se condensan en más de 60 páginas que invitan al lector a reflexionar sobre sus propios sentimientos también. Voces de otros escritores y sentimientos de otras ciudades completan un panorama de sensaciones que vale la pena recorrer como quien se desliza en una tarde tranquila de sol y palabras de fuerte simbolismo. Gutiérrez prolonga este estilo, en los Cuadernos del Señalero, por ejemplo en el que se titula Revelada en el alba, donde otra vez surge la pasión por lo interior y la militancia por una sociedad más justa. Todo esto tiene mucho sentido, si revisamos su biografía. Como docente se desempeñó muchos años en la Educación Especial, desempeñando funciones de rango provincial. Tiene otro libro muy reconocido por la crítica titulado Señales y ha participado en tres antologías publicadas por el Grupo Jueves de Letras. Zunilda Gutiérrez dialogó con ANÁLISIS, en la presentación de su libro, en esta sala cultural de calle Buenos Aires, donde se leyó parte de su producción y también se comentó acerca de la proyección de sus ideas que emanan de los versos que poco a poco se convierten en una referencia dentro de los escritores locales.

_ ¿Por qué se hizo necesaria una segunda edición revisada de este poemario?
_ La primera publicación la realicé a través del Tren Zonal como Cuadernos del Señalero Nº6 en el año 2006, publicación que Ricardo Maldonado hace con un criterio estético muy lindo y accesible desde lo económico, pero no reúne las características exigibles para ser considerado libro. Por esto se decidió reeditarlo en formato de libro y se realizaron pequeñas reformulaciones en dos o tres poemas; el paso del tiempo siempre nos da una segunda mirada de un mismo hecho.

_ ¿Cuándo salió por primera vez, de qué tratan los poemas?
_ Mi poesía es una palabra sencilla, simple, con un sesgo coloquial intimista, donde expreso sentimientos de hechos que me conmueven ya sea de mi mundo interior o realidades sociales que desencadenan el poema.

_ ¿Cuándo empezó a escribir y qué cosas influyen en su escritura?
_ Como ya expliqué, los sentimientos interiores, íntimos si se quiere, aparecen por un lado como musas inspiradoras, mientras tanto que la realidad social, la actualidad del país por ejemplo, también me conmueve y me moviliza a pronunciarme en cierto modo. Cuando comencé a escribir, hace muchos años atrás (risas), épocas que en que era joven, años jóvenes y bellos, escribía pero con la característica de que nadie sabía que la palabra me nacía en poema. Porque todo lo que escribía lo escondía con mucho pudor, por el profundo respeto que siempre me generaron los "verdaderos poetas". Y me reprochaba el escribir en versos cuando era maestra y veía como una falta de respeto "al escritor". Cuando me despedí de la actividad docente, sentí la necesidad de decirle a la gente que yo además de... enseñar, también tenía otras cosas que decir y que me conmovían. Ahí sí me animé a mostrarme y a mostrar mis escritos.

_ ¿Tiene otro libro o poemario en preparación?
_ Sí, para fin de año tengo pensado republicar "Revelada en el alba", una de las obras que salió como Cuadernos del Señalero Nº 37. Si la vida me lo permite quisiera también publicar un libro con las mismas características, exclusivamente, de cuentos breves. Seguramente también a través de Ediciones del Clé y el criterio editorial de Ricardo Maldonado a quien aprecio y que considero que en estos momentos está realizando una gran tarea como difusor de las letras.

_ ¿En qué momentos escribe una escritora con usted?
_ Creo haber dicho anteriormente que desde muy joven amé la poesía y he sido y soy fanática de algunos escritores que en tiempos atrás, cuando podía leer, estaban unos u otros siempre en mi mesa de luz, como por ejemplo Marta Zamarripa, Cesare Pavese, Ungaretti, Juan L. Ortiz, Hugo Gola y los clásicos de Alfonsina Storni, Pablo Neruda, Mario Benedetti. Por eso, la frase "una escritora como usted" considero que me queda grande, atrevidamente escribo en soledad, por lo general en las madrugadas o en noches de develo y muchos en mañanas de sol bajo mi ceibo, pero siempre como en un estado intimista alejada de la "mirada del otro".

Por la vigencia del libro


(*) Por Mirta Balbi (especial para ANÁLISIS)

¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que a los libros les ha llegado el fin? Nadie puede sorprenderse, nadie que sea lector -naturalmente- ha dejado de encontrarse con esa sentencia y para demostrar que el libro está vivo y lo seguirá estando, dos eruditos de las letras, dos bibliófilos empedernidos en mantener esta premisa, se reunieron a conversar sobre un tema tan apasionante como la permanencia del libro en el tiempo.
Ello no significa negar la revolución tecnológica a la que están expuestos los libros, esos que pueblan nuestras modestas (o no) bibliotecas y los que habitan con pasaporte libre de fecha de vencimiento, las grandes bibliotecas del mundo.
¿Quiénes fueron esos señores que ocuparon su valioso tiempo en un tema que parece baladí, al lado de las hambrunas, la corrupción generalizada, el “hambre y sed de justicia” y las devastaciones de la naturaleza, implacables, acá y allá?
Pues sencillamente, dos hombres sensibles y por ello mismo autorizados para hablar un largo rato sobre el perdurable valor del vocablo libro.
Acá los tenemos: Umberto Eco y Jean Claude Carrière, quienes son entrevistados por Jean Philippe de Tonnac y la traducción corresponde a Helena Lozano Miralles.
Eco, internacionalmente conocido por su novela “El nombre de la rosa” (sobre la que volveremos) es actualmente “titular de la cátedra de Semiótica y director de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos de la Universidad de Bolonia”, tal como se lee en la solapa de “Nadie acabará con los libros”, obra más que interesante, como el lector estará ya imaginando. En cuanto a J. C. Carrière “es uno de los dramaturgos y guionistas europeos más reconocidos”, junto con Luis Buñuel escribió “El discreto encanto de la burguesía” y “Belle de Jour”. Y es autor del guión de la película “La insoportable levedad del ser”, entre otros significativos títulos. Presentados ya los autores, agreguemos que esta obra moviliza lo suficiente como para enfrentar el desafío de comentarla, pues ha sido calificada como “un espléndido ensayo”, “un homenaje a todos los lectores” y “un estímulo a la inteligencia”.
Sigamos entonces con el libro que nos ocupa. Creo que, desde la “Ouverture” hasta el último capítulo: “¿Qué hacer con muestra biblioteca cuando morimos?”, “Nadie acabará con los libros” (ilustrado con oportunas fotografías) es una de esas obras imprescindibles, más que necesarias, para quienes ejercemos el oficio de la escritura y necesitamos ese estímulo que sólo la sabiduría puede darnos, a través de dos seres que transitan el tema “la caducidad de los libros” hasta llegar a decirnos que los disquetes, cintas, CD Rom, incluido el DVD, que pensaban era la solución ideal para los problemas de archivo, hoy resultan caducos. Por todo ello, pueden expresar no exento de ironía: “No hay nada más efímero que los soportes duraderos”. Todo el libro es un torneo de opinión, de conocimiento, de dominio del tema y de respeto mutuo hacia la profesión de uno y otro. Espigando lo más honestamente posible en estas páginas, observo que los autores no siguen un orden cronológico en lo que respecta al vocablo libro en sí. Sería disminuir el intelecto de ambos que va más allá y eso mismo los induce a múltiples aportes, datos, siempre eruditos y nunca polémicos. Y siempre insaciables.
“Nadie acabará con los libros”, por otra parte, nos recuerda que la idea de coleccionar estos entrañables amigos es muy antigua, pero la censura caía sobre ellos o se quemaban fácilmente porque las bibliotecas (al igual que las catedrales) estaban hechas de madera.
El lector, agrego, recordará que el monasterio donde transcurre la acción, el misterio, la intriga de “El nombre de la rosa”, termina incendiándose: “la abadía ardió durante tres días y tres noches”, releo en el último capítulo de esta memorable novela, que además fue llevada al cine y convertida en objeto de culto para todo aquel que deseaba desentrañar al autor de los asesinatos de los desprevenidos monjes.
Luego, los autores mencionan qué libros salvarían en caso de un siniestro y en el caso de Eco, dice: “es más fácil salvar el manuscrito, el códice, el incunable (primera vez que se lo menciona) el libro, que la escultura o la pintura”.
Hago un alto en la obra y recuerdo a esa genial creadora que se llamó María Elena Walsh (nacida en Buenos Aires en 1930 y fallecida en 2010), quien con la agudeza que la caracterizaba escribió: “¿Qué haría la casada con los libros en una situación límite? ¿Cuál escogería al ser obligada a mudarse de país o de planeta? ¿Cuántos la acompañarían a mejor mundo después de un bombardeo o un terremoto? ¿Los prestaría por una noche a cambio de un millón de dólares?” Habría que agregar: Está todo dicho. Aunque no lo está del todo, pues sin ninguna duda, la sagaz autora de “Manuelita” conocía el film “Propuesta indecente”. Pregunto: ¿Le parecería bien a Carrière esta cita? Hombre de teatro y cine, como él, respondería: Seguramente, sí.
Otra evocación, esta vez del prestigioso Ray Bradbury y su novela “Fahrenheit 451” (citada por Eco), en la que se menciona la quema de todos los libros que hay en una ciudad. El autor, en un recurso de la mejor ciencia-ficción, transforma a hombres y mujeres en memoriosos seres, que han leído y retenido en la mente todos esos libros, para que siempre estén presentes en ese pueblo avasallado por la atroz intolerancia.
No hemos mencionado todavía los humildes elementos que fueron convirtiéndose en libro: la arcilla, la tablilla de cera, el papiro (entre otros) y el papel y aquí tenemos el punto de inflexión que nos lleva a la invención de la imprenta, hecho fundamental que culmina con el libro en sí y remite al vocablo “incunable”. Nombrar a Gutenberg, que fue no el inventor sino el que perfeccionó la imprenta, es de toda justicia. Ello hizo que en el año 1455 nacieran los primeros libros, llamados “incunables”, (vocablo latino que deriva de “cuna”) y que culminan la noche del 31 de diciembre del año 1500, asegura Carrière. Hoy por hoy se dice “incunable” a cualquier libro antiguo, pero la cronología auténtica es ésa. Es importante destacar que el primer libro impreso por Gutenberg, en Maguncia y en el año ya mencionado, fue la Biblia Latina. De ella se hicieron cien ejemplares, de los que se conservan aún diez sobre pergamino. Estos datos pueden estar sujetos a leves errores, pues la bibliografía a veces es dispar. De cualquier modo se debe cumplir con la obligación de mencionarlos. Con respecto a nuestra madre patria: En España se han disputado la gloria de haber tenido la primera imprenta, las ciudades de Valencia y Zaragoza. Y entre los principales impresores debe citarse a Aldo Manucio, ya que su producción aparece registrada como la más interesante del mundo tipográfico.
“La invención de la imprenta nos permite separar la cultura con la que no queremos cargar” -dice U. Eco- pero esto supone saber de antemano dónde está la información que necesitamos. A menudo -reflexiono- nuestra memoria nos traiciona cuando buscamos determinados datos sin tener la certeza de en qué libros se encuentran.
De ahí que ordenar nuestra biblioteca, de cuando en cuando, debería ser tarea familiar y a la vez, ejercitar nuestra propia memoria. El tema del llamado “filtraje”, que a estos intelectuales les preocupa, tiene relación con el peligro de que una obra sea atribuida a otro autor, en vez de a quien verdaderamente la escribió. Es el caso de Molière y Corneille, cuando se decía que este último era el que había escrito los libros del primero. También que el teatro de Shakespeare lo escribió Francis Bacon. Estos dislates obedecían al hecho de que un autor quedara solo, aislado, entonces lo mejor era integrarse a un grupo afín. Como muy bien dice Eco: “El misterio de Shakespeare deriva del hecho de que no se entiende cómo un simple actor pudo crear esa obra genial”. Es así, porque no estaba aislado. Vivía en una comunidad cultural y entre otros poetas isabelinos. Aparece luego otro tema importante: el rol del Estado. “Cuando éste es demasiado poderoso, la poesía calla”. Y cuando está en plena crisis “el arte es libre de decir lo que debe decir” (Eco). De inmediato Carrière apunta “cuando Napoleón ejerció el poder absoluto (1800-1814) no hubo un solo libro en Francia, que se siga leyendo hoy”. Y Eco remata: “Petrarca intentó una segunda “Eneida” sin éxito y cuando no tenía nada que hacer, escribía los sonetos que lo han hecho famoso para siempre”.
Vuelve nuevamente el tema del “filtraje” en la aguda observación de Carrière: “Quizás hemos saboreado en el colegio, una literatura demasiado filtrada, carente de sabores impuros”. Esto nos cabe a muchos, pues quienes hemos accedido a estudios superiores, a veces hemos recurrido a ediciones pobres o “tramposas”, tal vez por inconsciencia juvenil. A propósito, recuerdo al autor argentino Martín Kohan, cuando trata el tema “La verdad de la narración”, porque es justamente en este género donde puede falsearse lo realmente acontecido. Kohan dice que “bajo condiciones de represión cultural, lo real se complica, no necesariamente en el sentido de géneros o estéticas, sino con otra carga de dramatismo y de urgencia”. Y en definitiva concluye afirmando que se debe “escribir la verdad” como sostenía Bertolt Brecht, lo cual era un desafío para el autor de “Madre coraje” (teatro) en la década del treinta en Europa y exigía “estrategias ligadas a la perspicacia y a la astucia”.

(*) Escritora y crítica literaria, integra la Comisión Directiva de SADE Seccional Entre Ríos. Autora del libro Personas y Personajes, entre otras obras.