martes, 30 de agosto de 2011

TEXTOS DEL HOMENAJE DE SADE A LA FIGURA DE BEATRIZ BOSCH


HOMENAJE A BEATRIZ BOSCH

Museo de Bellas Artes. 17 de agosto de 2011

Prof. Griselda De Paoli

Para esta intervención, tuve la fortuna de ponerme en contacto con el libro póstumo de Iris Estela Longo, “La vocación del espejo” a través de mi Profesora y amiga Teresita Rocha y con una hermosa excelente realizada por Teresa Suárez en 2006 a nuestra homenajeada, la Profesora Beatriz Bosch, cuando exploraba la emergencia de las primeras historiadoras argentinas. En ambos casos Bosch se presenta a si misma.
El trabajo de Iris Longo gira en gran parte sobre una entrevista realizada por el escritor Antonio Requeni que fue publicada en La Prensa, de Buenos Aires y tomo la pregunta inicial que Requeni le hace, en la que Beatriz revela la esencia de toda su producción historiográfica.
_ ¿Puede ser la historia tan apasionante como una novela?
_ “Sí, por cierto. No sólo porque muchísimas veces se tropieza con vidas realmente novelescas, sino en particular porque la historia, como lo quería Benedetto Crocce, debe ser historia viva. El hecho, el suceso que se trata debe solicitarnos, atraernos o atormentarnos, tanto como si fuera alguno de los seres que actúan en nuestro contorno.” Le contesta nuestra autora.
Beatriz, - nos dice Iris Longo – pudo dar a conocer así interesantes facetas de su personalidad a la consideración del público, su docencia, su labor en el campo de la investigación que la llevó a ser la primera mujer que ocupó un sillón en la Academia Nacional de la Historia y la primera que obtuvo el Primer Premio Nacional de Historia de la Subsecretaría de Cultura de la Nación.
Egresada de la Escuela Normal, ya en la primaria descubrió su pasión por la historia e ingresó al Profesorado de Historia y Geografía de la entonces Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales de la UNL y disfrutó de las enseñanzas de sus profesores: Busaniche, Imbelloni, Vicente Fatone, Guglielmini... A los 22 años era profesora en el Instituto Nacional del Profesorado de Paraná.
Asidua concurrente al Archivo Histórico, buceó indudablemente en sus tesoros y extendió sus búsquedas de indicios al Archivo General de la Nación. Cuando se entera que allí había sido depositado por sus descendientes el archivo personal de Urquiza.
Era la primera mujer que consultaba el Archivo por cuenta propia, nos dice Iris Longo y su periplo se completaba con la Biblioteca Nacional y el Museo Mitre. Todo en el período de vacaciones docentes. Intercalo aquí un comentario de la propia Beatriz en la entrevista que le realiza Teresa Suárez quien le plantea:
_ Una cosa curiosa que quiero preguntarle: las escritoras mujeres decían que como en la sociedad las hacían callar, ellas escribían… y como historiadora ¿a Usted también le pasó?
_ En Paraná sí, en Buenos Aires, no.
_ Alrededor de 1970 empezó a hablarse de la “Historia de las mujeres”, Michelle Perrot comenzó a publicar. El interés fue cambiando, apareció también Asunción Lavrin, ¿las conoció? Le dice Beatriz y sigue
_ Eran muy pocas las historiadoras. Con respecto a mi experiencia personal, la primera vez que fui al archivo, me recibió el Vice-Director y tan asombrado estaba porque era la primera vez que iba una mujer a investigar sola, por su cuenta, que me obligó a que dirigiera una nota de autorización al Ministro de Instrucción Pública. La asistencia al archivo era completamente masculina, pero los colegas me recibieron con simpatía, y no sin curiosidad… eso me favoreció mucho, uno era hermano del Presidente del Colegio de abogados de Buenos Aires y entonces eso me ayudó a tener vinculaciones. Por él publiqué un trabajo, que hasta ahora creo que ningún abogado ni de Santa Fe ni de Paraná ha publicado en esa revista del colegio de abogados de Buenos Aires, y después otro me conectó con la revista Correo y comunicaciones.
De estas largas horas de trabajo en archivos nacieron sus obras como: “Urquiza gobernador de Entre Ríos 1842-1845” y poco después “Gobierno del Coronel Lucio Mansilla” (1942). No sólo investigaba, publicaba. Una historiadora mujer, en la década del 40.
No puedo dejar de mencionar que durante su ejercicio docente fue víctima de tres cesantías que se traducen en su expulsión de la Universidad durante el peronismo, y el posterior desplazamiento, junto con Ravignani y Romero, a Montevideo, vendió guantes en los bazares de Paraná, pero en medio de esto publicó “El Colegio del Uruguay. Sus orígenes. Su edad de oro”. Y encontró en el periodismo un canal de comunicación de sus múltiples producciones: colaboró con El Diario de Paraná, con la revista El Hogar y en numerosos otros periódicos de distintas localidades entrerrianas y de otras provincias. Se abocó también a la crítica bibliográfica particularmente en La Prensa donde publicó más de 100 notas. Esas cesantías fueron indudablemente un acicate y un fortalecimiento de la historiadora, de la escritora y de la docente ejerciendo la docencia más allá del aula. Además de haber sido cesanteada como dijimos, se le prohibieron conferencias (en Paraná y Nogoyá,) una porque se negó a la entrega previa de los originales al funcionario de turno, y la otra no fue permitida por la policía. La justicia llegó sino puntual, reparadora – nos dice Iris Longo- porque después de siete años pudo glosar el “como decíamos ayer…” de Fray Luis en las cátedras del Instituto, en el que alcanzó el rango de Rectora que desempeñó entre 1969 y 1973. Se dedicó entonces de lleno a la Historia Argentina y sus actividades centrales fueron la investigación, las conferencias, los congresos tanto en el país como en el extranjero.
Eudeba le encargó “Urquiza, el organizador” para estudiantes y la edición alcanzó dos tiradas de diez mil ejemplares – otra que Felipe Pigna – de inmediato la misma editorial la contrata para “Urquiza y su tiempo” ( 1971, reeditado en 1980). Esta obra fue “best seller” en Eudeba.
Nos dice Teresa Suárez que su trabajo destaca, desde la perspectiva regional, una centralidad paranaense-entrerriana en el origen del Estado constitucional argentino –año 1853– a partir del pronunciamiento de Urquiza y la derrota de Rosas en Caseros. Lejos de focalizar en la guerra y priorizarla, indaga en el proceso político previo, en la conformación de alianzas con los refugiados intelectuales de la generación del ‘37. Pondera sí, a veces acaloradamente, la condición ilustrada del jefe entrerriano, su plan de gobierno para el territorio extra-provincial, y su programa nacional de desarrollo y progreso. Pero en realidad, esta charla no pretende profundizar en sus libros, que se encuentran en toda biblioteca de Historia Argentina, sino en la significación que ella atribuye a su propia trayectoria. Sobre su concepto de “revisionismo” explicita de manera terminante: “Debe considerarse “revisionista” a quien – éste es mi caso – no acepta el criterio tradicional de autoridad y va directamente a las fuentes con el mayor espíritu objetivo posible. Son revisionistas en el buen sentido, todos los que concurren diariamente a los archivos; los otros, actúan desde los comités o los cenáculos exclusivos”. Dice con dureza y con autoridad.
Beatriz Bosch se ha ocupado con preferencia de medio siglo de historia argentina, el que va desde 1820 a 1870 y prosigue con el período subsiguiente, deteniéndose en la producción bibliográfica de una década, de 1852 a 1862.
El Dr. Carlos Segreti la definió como “biógrafa indiscutible de Urquiza” señalando especialmente sus sólidas convicciones democráticas, mientras Antonio Requeni ha destacado: “Nadie osará disputar a Beatriz Bosch el título de primera historiadora argentina, si no desde el punto de vista cronológico, sí en cuanto a la relevancia de sus trabajos historiográficos… Ha sido la primera mujer incorporada a una academia argentina, antes de que ingresaran a las Academias de Derecho y de Letras, respectivamente, Margarita Arguás y Victoria Ocampo.”
Su producción superaba, hace unos cinco años los 400 títulos. Nos dice su sobrina Iris Estela Longo que esta es la historia de una vocación, cuya trayectoria enorgullece a la provincia de Entre Ríos, provincia que le rindió homenaje en 1987, en 1992 y en 2005 otorgándole en acto público una Medalla de Oro y la Legión al Mérito Entrerriano, en reconocimiento a su labor excepcional.
Pueden o no compartirse sus puntos de vista – ya que el historiador escribe y esta escritura no es ni neutra ni transparente – pero es indudable que su trabajo ha contribuido y contribuye a arrojar luz allí donde parte del devenir histórico entrerriano parecía opaco, a la vez que invita continuamente al debate.
La tarea del historiador es hacer inteligible el pasado para sí mismo y para la memoria colectiva, buscar en el pasado lo silenciado en el presente, lo olvidado ya sea por intolerancia, negligencia o indiferencia. Desde esta perspectiva Beatriz Bosch es una constructora de la memoria histórica entrerriana cuya producción historiográfica es ineludible.
La trama de sus obras, mediadora entre los acontecimientos y la historia es, en el caso de esta gran historiadora, una construcción siempre bien lograda, cargada de lógica y sustento y en ella aparece clara la huella de la investigadora comprometida con su tiempo, la precisión, la jerarquización, la articulación, la argumentación, la interrogación.
Su labor historiográfica se ha prolongado por más de de sesenta años y ella misma hizo el recorrido por sus obras en la Conferencia que pronunció en la Academia Nacional de la Historia al cumplir 90 años de edad: “La historia de mis libros”, donde da cuenta de por qué y en qué circunstancias escribió cada uno, esto nos lo cuenta Teresa Suárez.
Su actividad tanto universitaria como en la enseñanza superior nos la presenta interviniendo en la educación pública identificándose ideológicamente en oposición al gobierno peronista cuestión ésta que le costó, como dijimos, la cesantía. En contrapartida, su posición agnóstica en materia religiosa no le trajo inconvenientes.
El modelo de Beatriz Bosch es el de una historiadora de Historia Política, ubicada en la larga duración, que alternó sus investigaciones con su tarea periodística, comenzada con intencionalidad laboral y luego articulada con la de historiadora. Su discurso histórico tiene un predominio de rasgos convencionales y la preocupación social se nota en algunos textos, cuando escribe sobre la vivienda rural o cuando amplía la biografía unipersonal de Urquiza con una suerte de biografía familiar, nos ilustra Teresa Suarez.
El objeto de su historiografía está centrado en la condición de Organizador de Urquiza y en torno a él construye nuevas temáticas que acentúan el conocimiento de su objeto.
En las entrevistas, Beatriz, define sus elecciones: “me interesan los aportes etnográficos y las transformaciones económicas, menos, las guerras. En el orden cultural, he procurado destacar el aporte entrerriano en la vida nacional”. Aparece a veces, nos dice Teresa Suarez el discurso victimizador: “Hice todo sola, en Paraná, sin auxiliares, sin apoyos morales ni materiales, sin una palabra de aliento (...) No adscribí a grupos ni capillas historiográficas...”.
Su intervención pública, rica, frecuente no la muestra, además de sus escritos, en conferencias, jurados, congresos, en la tribuna periodística. La escritura de la Historia compromete otras capacidades que la periodística o la literaria. Bosch lo dice en su exposición de 2001 en la ANH: “Disciplina científica, la Historia se enseña en las facultades de humanidades de las universidades y en los Departamentos de Historia de los Institutos Superiores de Profesores, concepto que no se ha adentrado debidamente entre el público. Defender la Historia del asedio de piratas y dragoneantes ha de ser la consigna que entrego a las jóvenes generaciones de investigadores. Ese es mi mensaje”. (Entrevista Teresa Suárez)
Beatriz Bosch es arquetipo de historiadores de profesión. Historiadora de prestigio y trayectoria logrado en la comunidad de historiadores y en la memoria social – nos dice María del Carmen Ríos- y agrega luego “las citas de todo investigador que quiere cerrar un debate o superar una duda es “lo dice Beatriz Bosch.” ”
Aunque no fui su alumna, en realidad creo que todos los que hemos leído sus obras o las hemos buceado como fuentes para nuestra tarea, lo somos. Agradezco la oportunidad de ser parte de este homenaje más que merecido.
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EVOCACIÓN

Por la Prof. Elsa Nidia Vignola de Couchot

Paraná, 17 de agosto de 2011

El Premio Nobel de Literatura de1968, Yasunari Kawabata, decía que “los recuerdos son algo por lo que debemos estar agradecidos… son un don de los dioses”; y siento que es un privilegio estar aquí, invitada por la SADE Paraná, para contar vivencias compartidas con la Profesora Beatriz Bosch, nacidas a través de una relación profesora-alumna con toda la carga emotiva que ello implica. En este día, 17 de agosto, no puedo dejar de evocar al General José de San Martín, en un nuevo aniversario de su desaparición física y desde mi humilde opinión decir que la recordación debería hacerse en tiempo y forma para no desvirtuar, así, la esencia de la efeméride. Pero estamos aquí para acercar anécdotas referidas a Beatriz Bosch con el fin de demostrar hasta qué punto era respetada su persona y valorada su tarea investigadora en Buenos Aires y también en el exterior, por ejemplo en Washington, en cuya Biblioteca Nacional ya figuraban sus obras. Beatriz Bosch se mostraba como una persona circunspecta, reservada, que ponía distancia con sus alumnos. Por eso nos sorprendió, gratamente, cuando nos invitó a los integrantes de mi grupo a realizar un viaje a Buenos Aires por ella organizado, para llevarnos a lugares de relevante interés histórico-cultural.
Por ese tiempo, década del ´60, por todo el país corría una fuerte corriente contraria a Sarmiento; aquí mismo en Paraná, la estatua ubicada al costado Este de la Escuela Del Centenario, debía ser custodiada día y noche para evitar vandalismos. En ese clima viajamos a la Capital y la primera visita que realizamos fue precisamente al Museo Sarmiento. El edificio estaba cerrado a cal y canto y el portero al negarnos la entrada adujo que el mismo estaba en refacción. Sin inmutarse nuestra Profesora le intimó: Dígale al señor director fulano de tal, que aquí está Beatriz Bosch. Inmediatamente el mismo se hizo presente pidiendo disculpas: no sólo por no haberle permitido la entrada sino, además, por portar arma, dado que la situación, explicó, así lo ameritaba.
Esa primera jornada fue muy trajinada para nosotros y así fue que llegamos tarde al lugar del nuevo objetivo que era la Fragata Sarmiento. El custodio nos negó la entrada por haberse vencido el horario de visitas, pero Beatriz volvió a esgrimir su “abracadabra” y dijo: Anuncie al Capitán a la profesora Bosch. El mismo se hizo presente al instante y no sólo pidió las disculpas del caso sino que él mismo nos guió en el recorrido del histórico navío. Esta muestra de respeto y consideración hacia la primera mujer integrante de Academia Nacional de la Historia, se repitió a lo largo de nuestro itinerario: Archivo General de la Nación; Museo Naval donde el pintor oficial Biggini nos obsequió con láminas de navío que a través de la historia habían participado en batallas navales; también en otros lugares de alto valor cultural como el Museo de Bellas Artes o el Teatro Colón, etc. Así fue que sus alumnos volvimos asombrados de la admiración que ella despertaba en los más altos círculos de la cultural nacional.
A pocos días de nuestro regreso a Paraná, nos invitó a tomar el té en su casa. La misma estaba ubicada en calle San Martín y su fachada respondía al estilo común de la zona, pero lo que no era para nada común era su interior, ya que guardaba: miles de volúmenes, de libros con ediciones agotadas, de incunables, y otros de curiosa edición.
Tuve la oportunidad de ver una Biblia en alemán editada en Alemania de más de trescientos años. Pero, además, tenía obras de arte muy importantes entre las que resaltaba una pintura de Urquiza del pintor uruguayo Blanes.
Maravillada ante lo que veía le pregunté a quién estaba destinada semejante herencia cultural, a lo que me respondió: al Gobierno de Buenos Aires. Ante lo inesperado de la respuesta me atreví a inquirirle por qué no dejaba ese tesoro en Entre Ríos, para nosotros, y contestó: lo voy a pensar. Afortunadamente, muchos de esos libros figuran hoy en poder de la Biblioteca Provincial de Entre Ríos, en Av. Alameda de la Federación de Paraná. A la SADE la felicito por la idea de homenajear a una mujer que ha sido pionera en la historiografía, que ha dedicado su vida al estudio de la Historia Argentina, particularmente de Entre Ríos y muy especialmente de todo lo referido a Urquiza, a quien llamaba “El Organizador”. Y a Beatriz Bosch, a la distancia, un fuerte abrazo.

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